viernes, 9 de abril de 2010

Hans: El Cisne Danés





"Hace veinticinco años llegué con mi atadito de ropa a Copenhague, un muchacho desconocido y pobre, y hoy tomé chocolate con la reina" - 1844-




Un 2 de abril, hace 205 años atrás, nacía en Odense, Dinamarca, Hans, el hijo del zapatero y la lavandera que con el tiempo se transformaría en el segundo danés más conocido mundialmente, después de Hamlet.
¿Cómo fue esto posible?
Pues, porque su padre tenía una inteligencia fuera de lo común, tanto como el mismo Hans demostró luego. Era inteligente y autodidacta. Era soñador y sumamente creativo. Le leía comedias de Holberg, el padre del teatro en Dinamarca; le enseñaba a construir teatros de títeres; compartía con él los relatos de "Las Mil y Una Noches" y las fábulas de La Fontaine; le fabricaba juguetes y pasaban juntos las tardes del fin de semana junto al río. Mientras tanto...su madre lavaba. A ella le gustaba aportar para los gastos de la casa. Era analfabeta y supersticiosa, y sin duda de ella Hans pudo escuchar historias vinculadas al folklore, a la magia, al lado lúgrube de las tradiciones. De ella aprendió el valor de un hogar ordenado, la confianza en la propia iniciativa y el llevarse bien con la gente. Ane Marie (su madre) es la niña de "La vendedora de fósforos", cuento basado en algunos recuerdos amargos de su infancia.

Debido a los maltratos sufridos a manos de un maestro su madre lo inscribió en una escuela judía, que en definitiva se constituyó en la única educación formal que recibió.
Cuando alcanzó los 11 años, su padre que vuelve de la guerra muy enfermo, muere. Fue soldado del ejécito napoleónico. Es un momento en el que Hans cambia para siempre su existencia. Su madre poco a poco se transforma en una alcohólica y él empieza trabajar para llevar algo de dinero a la casa.
Hans tenía una hermosa voz y le gustaba cantar, esto le trajo más de un problema en esta etapa, sus compañeros en una fábrica llegaron a desnudarlo para asegurarse de que no se trataba de una chica. Su extraño aspecto tampoco ayudaba mucho, impactaba por su altura y fealdad.
A los 14 años, con algunas monedas en el bolsillo y la aceptación de su madre, se traslada a Copenhague. Viajó con la absurda idea de que podía ser bailarín; no lo aceptaron, pero pudo abtener una beca por medio de su hermosa voz...claro que cuando creció, la voz empezó a cambiar y al final perdió la beca. Intentó ingresar al Teatro Real como bailarín, actor o cantante pero no lo logró, hasta que un día escuchó a una mujer que lo protegía decir que él era un poeta.
A partir de allí todo se alineó.
Comenzó a escribir algunas cosas para el teatro cuando conoció a Jonás Collin, uno de los directores del teatro y funcionario del rey Federico VI. Collin creyó en su talento y empezó a patrocinarlo e incluso lo llevó a vivir a su casa, con su familia.
Con el tiempo Hans estudiaría filología y filosofía en la universidad.
Publicó obras en prosa, como las crónicas de sus viajes; poesía y por sobre todo cuentos. Aunque siempre su aspiración fue ser un gran dramaturgo; cosa que nunca logró.
Andersen era consciente de que sus cuentos eran diferentes a todo lo que hasta ese momento se había escrito, no se trataba de cuentos complacientes ni didácticos, no poseían un lenguaje florido, todo lo contrario, eran relatos frescos, dinámicos, con humor. Hans cuidó siempre de equilibrar la cruda realidad con la fantasía. Sus reflexiones son profundas, sus temas de fondo son serios pero tratados con sensibilidad y magia.
Su carrera llegó a su apogeo en 1837, cuando publicó el tercer volumen de cuentos, que contenía "La Sirenita" y "El Traje Nuevo del Emperador", una verdadera obra maestra cuyo título se convirtió en sinónimo de la vanidad humana.


Fue huésped del Rey Maximiliano II de Alemania, a quien llamaba amistosamente "el Rey Max" y de la Reina Victoria de Inglaterra, además de ser recibido por sus propios soberanos.
Conoció a grandes artistas como Franz Liszt y Richard Wagner, así como a Víctor Hugo y su gran amigo Charles Dickens.
A los 62 años fue nombrado Consejero del Estado.
Ésta es una etapa de gran soledad ya que gran número de amigos estaban muertos, pero tiene la suerte de conocer a dos familias judías, ricos comerciantes con grandes mansiones que lo invitan permanentemente.


Martín y Teresa Henriks tenían cinco hijos; Moritz y Dorotea Melchior, ocho. Andersen solía entretenerse haciendo fantasiosos recortes de papel para esos niños.


Hans terminó enfermando de cáncer de hígado y Dorothea Melchior lo fue a buscar a su casa y se lo llevó con ella. Lo acompañó y lo cuidó hasta el final.

Hans Christian Andersen falleció el 4 de agosto de 1875, después de una larga enfermedad, en el hogar de los Melchior, en Copenhague. Toda la realeza se acercó a darle su último adiós. El patito proletario se había transformado en un cisne de leyenda.


Sólo puedo decirles que si no recuerdan sus cuentos éste es un buen momento de leerlos o releerlos, es diferente de grandes. Que lo disfruten y hasta el próximo encuentro.


Peti